Mi última broma navideña

Aunque ya te conté que una de mis hermanas me traicionaba durante épocas navideñas y se adelantaba a abrir los regalos que yo recibía (y guardaba envueltos) de cumpleaños...creo que vale la pena contarles otro lado de la historia. Uno que, aunque simple, a mi me deja mucho y espero que a ti también. 
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En las mañanas de Navidad, en nuestras épocas de oro (que para mi significa cuando aún vivíamos los 5 hermanos en casa) ...quien despertara primero, “ganaba”. No ganaba nada realmente, si no que ganaba la satisfacción de ver lo que había traído Santa antes que cualquier otro miembro de la familia. Y eso traía consigo cierto poder: si una quería...podía esconder algunos regalos y hacer una que otra broma o sorpresa (frente a las miradas incrédulas de nuestros papás) 🤣.
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Verás, en nuestra casa, Santa era muy ecológico y no envolvía los regalos, sino que los acomodaba en montoncitos con el nombre de cada hijo al frente (un par de obsequios para cada quien). De ahí que tomar un regalo de un montón y transferirlo a otro era relativamente fácil.
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Bueno, ya les he contado que yo fui (y soy) algo ermitaña y en esas épocas jamás creí que Santa fuera a cumplir mi enorme deseo (y el de mis hermanos) de tener un Nintendo 64 (hay que remontarse a esa década para entender lo especial que era un Nintendo 64)… pero sucedió. Y sucedió que lo acomodó justo en medio de la sala, al lado de la corona de adviento, para que no cupiera duda de que le pertenecía a todos
Pero… yo llegué primero esa mañana del ‘97, y no había nadie que atestiguara lo que hice, riéndome a solas: lo puse en mi montoncito de regalos… y volví a la cama 😈. Cerré mis ojitos, esperé a que despertara la hermana traicionera (también mi roomie), y bajamos juntas emocionadas.
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-Nada, absolutamente NADA, podrá jamás superar su cara cuando vio el Nintendo 64 en mi montón de regalos. Estoy segura de que mis cachetes estaban rojos y ardiendo del regocijo y nervio que estaba experimentando en esos cortos momentos. Mi poker face habría ganado los Oscars. 
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Sin embargo...acto seguido, llegó lo inevitable. Se apoderó de mí mi sentido de responsabilidad por mi hermanita (y bueno, es cierto, llegaron mis papás) - y tuve que confesar sobre mi pequeña travesura. La realidad es una y una sola: aunque me saboreé la risa interna, extrañé el sentir que compartimos la emoción de algo que ambas añoramos.
Jamás hice una de esas de nuevo… y jamás volví a bajar sola al pino una mañana navideña. Claramente… perdía el sentido estar ahí sola. 
Compartir lo es todo.
-Ana.
  1. No puedo dejar de tocar un tema (lo haré brevemente)- a todos quienes no se sienten acompañados en estas épocas...quienes no tienen ilusiones ni sentimientos de calidez, que cargan con estrés, presiones, soledad… los veo. No pretendamos que todos vivamos el “espíritu navideño” como la tradición lo dicta: es difícil cuando el mundo entero pide a gritos que te sientas feliz, y no es así. Los veo y los abrazo, estoy pensando en ustedes. 

4 comentarios

Hola me encantan tus historias de alguna forma me siento intrigada y aunque no tenga tiempo ni espacio en mi correo no borro tus correos por la inmensa curiosidad que tengo de saber cual será la historia que contiene es correo que acabo de recibir

Felicidades lograr atrapar en el buen sentido a quien envías correos .

Felices fiestas

Norma Fuentes 27 diciembre, 2021

love it!

ruth 27 diciembre, 2021

Hola Ana! Es la primera vez que te escribo, pero ten seguro que he leído cada newsletter desde el primero (claro, el primero desde que me inscribí, que creo que fue el primero primero jaja). Hoy te escribo porque esta historia en particular me llegó mucho. El aprendizaje de la importancia de la emoción y felicidad compartida y, aún más, tu párrafo final. Soy afortunada de sentirme feliz en esta época que, como dices, el mundo parece dictar que debes ser feliz y te agradezco el que me hayas recordado que no para todos es así. Gracias por la reflexión y gracias por seguir escribiendo 🤍

Sofia G 27 diciembre, 2021

Entre todo lo delicioso de Montacometa y tus posts de verdad que sólo dan ganas de seguir esperando pacientemente una sucursal en Torreón (mientras seguimos viajando a Mty) y poder saludarte y felicitarte en persona por todo lo que haces y escribes! Felices fiestas! Un abrazo

Diana 27 diciembre, 2021

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