El depredador chocobanano 😈
Hace calor. Tanto, que es inevitable soñar con formas de refrescarnos: alberca, helados, chocobananas… aunque esta última nos dio veranos deliciosos cuando eramos niñas, todo cambió hace un par de veranos y ahora nos estremecemos un poco con ellas...
Esta es la historia del depredador chocobanano:
Un verano ardiente, mientras el sol brillaba y nosotras, chapeadas, rebotábamos ideas sobre nuestro próximo postre helado... se nos ocurrió la mágica idea de chocobananas, tupidas de toppings Montacometa, y que con una sola mordida lograsen transportarte a tu infancia y los mejores días de tu vida. Era un postre dulce e inocente.
Esa noche, después de hacer pruebas y lograr fotografiar nuestra creación...publicamos su foto, sin imaginarnos la terrible experiencia a la cual despertaríamos la mañana siguiente: un acosador.
Es correcto, un stalker - pero no nuestro, si no de la chocobanana. Nos mandaba mensajes depravados, describiendo todas las cosas perversas que haría cuando la tuviera en sus manos. Llenaba nuestras redes de sus obscuras y obscenas intenciones, sin vergüenza de exponer su cochambroso antojo al mundo entero.
Estábamos aterrorizadas - ¿A quién le tocaría atenderlo? Cada que entraba un cliente a la tienda, el mundo se detenía, la música se pausaba, la luz se iba, nos mareábamos un poco, respirábamos y sudábamos... buscando esa mirada hambrienta y carnal y temiendo encontrarla.
Los días pasaron, el verano terminó...y jamás supimos si, en efecto, entregamos en sus manos a ese depredador su añorada y victimosa chocobanana sin darnos cuenta.
La dulce inocencia de las chocobananas pareció haber terminado, pues dejamos de venderlas… pero el antojo es canijo, y cada verano volvemos a caer. Ahora, para evitar atraer depredadores fantasiosos a Montacometa, las preparamos, sencilla y discretamente, en casa.
Y no se vale, habrá que devolver su inocencia a las chocobananas: Les compartimos la receta que nos gusta, con un crunch delicioso de galletas palomeras. Va por aquí:
-Ana.