Los postres que compré más caros de lo que los vendí

Esfuerzos extras por quedar bien

Nuestro Papá nos enseñó muchas cosas - una de ellas y creo que de las más importantes: hacer las cosas bien.

He estado haciendo esfuerzos mentales por acordarme de tragedias en Montacometa. que se han rescatado gracias a estas enseñanzas paternas… y aquí va una memorable: Una moraleja sobre hasta dónde puede llegar uno para salvar el día (y su pescuezo).

En nuestros inicios, vendíamos un gran pero GRAN muffin vegano de chocolate con crema de cacahuate. Era la onda (aunque usted no lo crea… todas somos intolerantes a los lácteos y/o huevo) porque podíamos semi-abusar sin repercusiones 🤣🤣🤣 (no lo intenten en casa, eran otras épocas).

Pero bueno. Volvamos al tema. Surtíamos ese muffin semanalmente a uno de nuestros primeros clientes restauranteros, y llegó un día en que tocaba resurtir.

Se prepararon los muffins con harto amor, se hornearon, se empacaron, y se despacharon. Hasta ahora todo bien (o al menos, eso creíamos 👀 ).

Recuerdo que era un viernes en la tarde y ya me tocaba terminar mi turno (todas estuvimos en algún punto al frente de la tienda atendiendo durante los primeros 2 o 3 años de Montacometa). Y pues, siendo viernes la excusa perfecta para comenzar a gozar de postres…me compré un muffin vegano de chocolate y peanut butter.

Elegí el más esponjoso, lo abrí, le hundí el diente y …. Sabía horroroso.
ALGUIEN HABÍA OLVIDADO AGREGAR EL AZÚCAR. NO TENÍA 1 GRAMO DE AZÚCAR… sabía a café amargo.

Comencé a sudar (no sé si de lo mal que me supo o del nervio de que acabamos de surtir muffins al restaurante), pero acto seguido, me asomé a la cocina, les aventé el stink eye, dije: “Ahorita regreso”, agarré mis llaves y arranqué cual Checo Pérez hacia el restaurante.

Llegué, respiré… y entré muy casualmente.

“Hola! Se me antoja algo dulcito.” Dije, ahogándome en mi mentira. "¿Qué son esos?” Le apunté a 20 muffins hermosos de chocolate con crema de cacahuate que tenían expuestos en vitrina.

“Ay, son muffins veganos de chocolate.” Me respondieron, sonriendo. “¿Quieres uno?”

Y le devolví la sonrisa: 

“Ay… quiero TODOS.” dije seriamente cambiando el tono.

Me vieron rarito… pero me los dieron.

Y yo salí cargada de ellos fingiendo tener una reunión y sintiéndome mitad heroína mitad rata inmunda 🤣, buscando huir lo antes posible de ahí .

Los devolví a la cocina. Se rieron, una vez más, de mí. Confirmaron el error…Y no me devolvieron ni un peso de lo que gasté en ellos 😵‍💫 $$$.

Más bien - salí burlada de haber comprado nuestro propio producto a un x% más caro 😑.

Pero lo importante estaba hecho - cuidar al cliente, salvar nuestra reputación, y restregar en cara a todo el equipo que su pescuezo me pertenecía por la eternidad tras tal hazaña . En fin - hacer las cosas bien, como me enseñó mi papá 💫.

Aprendizajes ⬇️:

1. Todos nos equivocamos y no importa quién fue. El enfoque después del error fue en eso, en el error, no en quién se equivocó.

2. La honestidad trae consigo grandes frutos. Confesé el error y mi hazaña al dueño del negocio la próxima vez que hicieron pedido (un día después LOL 🤣)... se rió y se apenó por mi, le dio cosa el que hubiera resuelto de esa manera… y ese cliente se casó con nosotros, por el esfuerzo que claramente dedicamos a quedarle bien.

3. Humildad. Ya que se pase el estrés...dar un paso atrás para ver qué aprendizajes salen de todos estos errores. Que no se nos olvide… van a seguir pasando mientras estemos vivos, pero vamos a errar mejor.

4. Sentido del humor - no es el fin del mundo si en ti está el seguir echándole todas las ganas. Siempre hay la manera de resolver, y si no, de reparar. Después de eso, ya te puedes reír de ti mismo.

-Ana :)