¿Cuántas rebanadas salen de este pastel?

Ay, si tan sólo fuera tan fácil responder esta pregunta. Incontables veces la hemos escuchado y bueno, hay que responder… pero la respuesta siempre es tibia y relativa, pues hay temas profundos qué averiguar antes de atrevernos a hablar: “Qué tanto antojo traes? ¿Qué tanto te gusta compartir? ¿Qué tan comelones son tus invitados? ¿Qué tan pesado será el platillo principal? ¿Cuántos están a dieta? ¿Eres de rebanaditas o rebanadotas?“ … y un sinfín de otras preguntas imprudentes que por supuesto pasan por nuestra mente pero no salen de nuestra boca. Sí, somos prudentes de esa forma.

Entonces la pregunta toma forma mesurada: “Dime a cuántas personas esperas servir y te proponemos algo acorde.” (¿qué tal la politiquería, eh?) Este verbo no lo sacamos de la manga – nuestra primer discordia en cuanto al verdadero tamaño de un pastel (¿es para 4? ¿6? ¿10? Ay, el horror de la incertidumbre , caray) fue nada más y nada menos que con nuestro pay de limón.

Esa mañana recibimos la llamada de una señora muy ilusionada por probar el pay de limón, lo serviría en una merienda esa tarde. Preguntó si el pay rendiría para 10 personas. Con toda seguridad le respondimos que sí y prometimos separarle el suyo. Al llegar por él, sin embargo, palideció. Muy pronto su rostro no era ya pálido sino enrojecido – “Cómo se les ocurre decirme que esto va a alcanzar para 10 personas? ¡Qué barbaridad! ¡Tendré que buscar un postre adicional!” Terminó por amenazar.

Nos volteamos a ver, preocupadas – sin duda, ese mismo pay había servido hasta a 15 individuos felices en la mesa de nuestros papás. Claramente no era oportuno hacer esas preguntas previamente expuestas a una señora en apuros… pero nos hizo dudar con su claro disgusto.

Al día siguiente la misma señora regresó – posiblemente por única vez en la historia de Montacometa. , un cliente se acercó a disculparse y aceptar su error: “Tenían razón. El pay alcanzó para todas – hasta que decidieron servirse por segunda vez.” Esta vez, con una sonrisa en la boca. Salió de Montacometa con otro pay– ahora para los nietos.

Reitero…todo es relativo. Aunque cuando de un buen postre se trata, quedarse corto a veces es señal de una gran aceptación.

Espero estén teniendo un gran día -y si no, usen la relatividad para convertirlo en uno.

-Ana.

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