Cuando la traición viene desde cerca

Les prometí la historia de la peor broma que me han hecho en mi vida… y (no sé si reír o llorar) me la aplicó la última persona que me hubiera imaginado.

Claramente la comida ha sido foco de atención en nuestra familia desde siempre - a tal grado que en algún momento, antes de que existiera cualquier blog y cuenta e influencer del ámbito gastronómico (salvo Zagat y parecidos)… Marce, mi hermana y yo comenzamos uno. Se llamaba “La Sobremesa” (sorry, Como Comí - fuimos pioneras jajaja).

A mi me gustaba escribir - ella sabía diseñar páginas web. A ambas nos gustaba comer. Cada que íbamos a un restaurante, fotografiamos nuestros platillos (para la vergüenza de nuestros acompañantes… ahora es mainstream, pero en aquél entonces nosotras fuimos rebeldes, con cámara en mano, paradas sobre las mesas). 

Decidimos no contarle a nadie en un principio hasta que tuviéramos varias entradas en el blog, para tener algo de material antes de irnos “live”... le contamos únicamente a un par de allegados (que al menos yo creí serían fieles a nuestra causa).

Como el proyecto era tan secreto, durante meses…nos sorprendimos mucho cuando fuimos descubiertos por un aparente fan que se hacía llamar “El Goloso”. estábamos extasiadas - no habíamos abierto la boca y ya estaban buscando y exigiendo de nosotros más y más reseñas. Reseña que publicábamos, reseña en la cual El Goloso comentaba, era súper súper fan de La Sobremesa.


Una noche, en un restaurante nuevo de sushi que visité con mi (entonces) novio y tenía pensado auditar, le confesé que tenía un admirador en nuestro blog (mi novio fue la única persona a la que le platiqué sobre La Sobremesa). Leí en voz alta todos los comentarios que nos dejaba. Curiosamente notaba que él no podía voltearme a ver a los ojos… ¿lo había insultado con dicha confesión?. Para pronto me di cuenta que no sólo no podía mirarme de frente - tenía ojos vidriosos. No podía pasarse la comida… estaba rojo.
Comencé a preocuparme. 

Toqué su hombro y en ese instante estalló en carcajadas. Carcajadas incontenibles, se agarraba la panza y yo estaba ahí, incrédula y callada, sin entender. En ese momento me cayó el veinte - El Goloso era él.

Evitaré detalles de mi reacción, pero puedo decirles que fui volátil … en segundos sentí coraje, impotencia, traición, nervios, me sentí víctima… y en algún punto comencé a carcajearme también. Le marqué a Marcela y también lo tomó con humor.. aparentemente la amargada era yo y el campeón ganador de las bromas era él (a ver qué opinan ustedes).

Afortunadamente esta risa es la que se apodera de mí cada que me acuerdo de esta historia, porque me casé con este hombre… y puedo decir que sus ocurrencias son de lo mejor que me ha pasado (cuando ando de humor).

 

En fin… ahí murió La Sobremesa… pero ahí nació la Ana que aprendió a reírse de sí misma.

 

-Ana “La Golosa”

 PD: Les tengo un regalo, que por curiosa busqué en este momento y para mi sorpresa aún existe (dale click 😉) : 

 

4 comentarios

Buena historia…. y pues también algo de aprendizaje. La vida nos recuerda qué hay que tomarse las cosas con algo de ligereza y poder tener la habilidad de reírse de uno mismo…

Gp 23 febrero, 2022

Siempre está bueno tener un cómplice lo sepamos o no así que bien por “el goloso” gracias por compartir y como siempre dejarme una sonrisa.

Arturo 22 febrero, 2022

Me encantó tu historia!

Chale 22 febrero, 2022

Aww jajajaja 🤣 cuerooo!!! Creo que por eso mismo te casaste con él!! Por esa manera especial de acompañarte y apoyar tus proyectos!!

Aideé Isabel 22 febrero, 2022

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