Antojos no terrenales
Este lo voy a platicar como narrador (porque las mejores historias siempre tienen un narrador):
Hace poco más de 8 años, un par de hermanas cansadas de sus trabajos decidieron renunciar bajo la promesa e ilusión de emprender juntas. ¿Qué? No estaba definido - algo de comida, seguro. ¿Con quién? Entre ellas, entre hermanas… se sumó una tercer hermana, que pronto se graduaría. Luego, una cuarta adoptiva, pero igual de hermana. “Si tú saltas, yo salto.” se dijeron - y así fue a partir de entonces.
Estas hermanas dejaron atrás sueldos buenos y seguros, crecimiento profesional (en el gremio gastronómico, legal, diseño, y financiero, respectivamente), por antojadas. Sí, tal cual, por antojadas. Se les antojaba cocinar en familia, arriesgarse y aprender en conjunto, regarla y triunfar a la par. Se les antojaba tirarse carrilla constantemente, verse las caras de coraje y burlarse de ellas. Se les antojaba consolarse entre ellas, ser quienes se arroparan cuando claramente lo necesitaran.
Renunciaron porque se les antojaba embarrarse de betún y enorgullecerse cuando una receta triunfaba, y también tirarse miradas de decepción (y suspiros exagerados) cuando la regaban con otras. Renunciaron por antojadas, meramente por que se les antojaba madrugar juntas, verse las ojeras mutuas a las 6 de la mañana para abrir cocina, exhaustas, pero acompañadas. Se les antojaba que, cuando y si alguna estuviere a punto de parir, pudiera dejar el changarro tirado, sabiendo con toda tranquilidad que sus hermanas se iban a encargar mientras ella daba a luz y disfrutaba su maternidad. Se les antojaba llevar a sus hijos a trabajar, a aprender a crear con sus manos, a que las vieran recoger la basura que no tiraron y tratar a su equipo con cariño. Se les antojaba llorar del estrés juntas de que no dieran los números, de que no fuera el negocio millonario que esperaban, quebrarse la cabeza hasta dar con una posible (y a veces inimaginable) salida.
Se les antojaba explotar sus horas y sus talentos y energía en su negocio, porque si no era con sus hermanas, ¿con quién?
Por eso renunciaron, por antojadas. Y puede que para compartir uno que otro buen postre, también.
Estos 8 años quiero felicitarnos a nosotras, hermanas. El equipo, la familia que Montacometa es hoy, no sería si no fuera porque más que socias, hemos sabido ser hermanas.
Las quiero con todo mi corazón, Tere, Marce, Lore, Adri.
Por otros 100 años de antojadas.
A comer Pastel de Bodas de Todos.
3 comentarios
Muchísimas felicidades
las quiero mucho mucho! por otros 100 años ! XOXO
Muchas felicidades por estos primeros 8 años de delicias, que vengan mas años de éxito, gracias por endulzarnos la vida!! No dejen de hacer mi arroz con leche😉😍